HISTORIA DEL LEGÍTIMO ESCUDO DE (ARAGÓN-CATALUÑA)


 

V


La antigua y constante tradición ha recabado siempre el emblema de las barras por insignia del condado de Barcelona y de sus condes. Era insignia de colores, variada de listas de amarillo y rojo, ora barras amarillas y coloradas. Mas después que se inventó el nuevo modo de combinar los caracteres del escudo moderno y distinguir los antiguos colores heráldicos en metales y esmaltes, estableciendo dos elementos que deben considerarse en las armas, el fondo llamado campo y las figuras ó líneas grabadas en él que se llaman signos; primeramente fué costumbre autorizada decir cinco barras, por las amarillas, sobre campo de rojo por los espacios colorados; hoy es uso que practican la mayor parte de las gentes, tener por signos las líneas rojas ó cuatro palos gules, haciendo fondo las superficies amarillas representadas con metal oro. Sin atender que el blasón antiguo simbólico y significativo, pero enteramente original, y como no han podido inventarlo los heraldos de los siglos X y XII, no seguía las reglas blasónicas que éstos inventaron, siglos más tarde que las armas heráldicas se usaban. Y sin tener en cuenta que el escudo de las barras, bastones, palos ó listas que se forman por combinación de un color con otro, así las superficies de oro como los espacios de esmalte gules son las partes que componen el emblema particular palado de que se trata, y son siempre signos lo que entra en la formación de los emblemas y constituye divisiones. Apoyamos este concepto con lo expuesto en la célebre Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón, antiguo blasón del condado de Barcelona, leída en junta ordinaria de la Real Academia de la Historia el día 17 de Julio de 1812 por el académico D. Juan Sans de Barutell, páginas 200 y siguientes, tomo VII, de «Memorias Selectas», publicado en 1832, y en la doctrina referente al blasón, página 617, tomo II, «Historia Universal» de César Cantú. 


Refiere el académico Sans de Barutell, con referencia al solemne acto de los Brazos de Cataluña, cuando fué elegido rey de Aragón y conde de Barcelona el infante D. Martín Duque de Montblanch, y dieron el título de reina y condesa á la duquesa de Montblanch, Dª María de Luna, al tener noticia de la desastrosa muerte del rey D. Juan I, el Amador de la Gentileza, á consecuencia de una caída de caballo delante del castillo de Orriols, cerca de Torroella de Montgri, se deduce claramente cómo es en sí la divisa condal, después Real de Aragón, de lo que se ordenó en el Parlamento celebrado en Barcelona el año 1396 por la reina Dª María, esposa y lugarteniente del rey D. Martín, sobre asuntos concernientes al gobierno en el principado y se han indicado: que en dicho Parlamento se ordenó que fuesen por embajadores para suplicar al rey, que se hallaba en Sicilia, regresase á estos reinos peninsulares, un prelado, un noble ó barón, dos caballeros, un ciudadano y un individuo del estado llano; y en cuanto á banderas que debieran arbolar las galeras, que no llevasen otros pendones, cendales ni paños con otta divisa que la propia del antiguo condado de Barcelona, esto es, barras amarillas y coloradas, citando á Garma, «Adarga Catalana», capítulo I, tomo I, de 1753. Ciertamente, durante el proceso de aquel Parlamento se resolvió acerca de las banderas que habían de enarbolarse en las galeras de la embajada que pasó á Sicilia, diciendo así:





Recopilando en un cuerpo de historia lo que diseminado en crónicas y archivos quedaba fuera del alcance de muchos, el Dr. Jerónimo de Pujades, en su «Crónica Universal del Principat de Catalunya», expone los hechos en que descansa la narración, y fundamentan las opiniones del autor su crítica histórica sobre los testimonios que examina, lo cual permite conocer los antecedentes y á la vez juzgarlos. Después de acreditar que en tiempos del conde Borrell y año 993 se usaban ya las rayas ó barras que componen el escudo de la casa condal catalana, página 291, capítulo XV, tomo V, edición de 1829, que es la más conocida, consigna lo que dicen los escritores más antiguos de Cataluña, fijando la naturaleza del blasón de Barcelona ó elementos que lo constituyen afrontados los signos del escudo listado, y expresa que dicen los antiguos usó en su escudo Wifredo el Velloso nueve barras y no campo de oro; visto que puestas las cuatro barras bermejas quedan los cinco espacios ó superficies iguales de oro ó amarillo, y así los reyes de Aragón tomaron por divisas los nueve palos ó listas de colores combinados. Expone su concepto en heráldica y dice: están en error los que hacen listado ó palado el escudo, porque las insignias militares están compuestas siempre del elemento campo, que con su color diferencia las armas y lo sobrepuesto que se pone sobre el fondo, que es lo que hace los signos á la insignia propiamente dicha. Nosotros, aceptando el testimonio del cronista, tan celebrado por su fidelidad histórica, nos separamos de su criterio como heráldico; cierto que en el nuevo blasón de la Edad Media, desde que en el siglo XI se halló por los heraldos el arreglo de las divisiones generales en los escudos gentilicios que se usan entre nosotros por armas blasónicas ó como signo y título de nobleza, y admitiendo uno de los esmaltes ó metales por campo, es aceptable y buena la teoría expuesta; pero se infiere no lo es cuando se trata de una insignia del siglo IX. Evidentemente, aquellos oficiales que se llamaron heraldos ó reyes de armas, no podían dar á sus invenciones y reglas heráldicas preceptivas una tan extraordinaria virtualidad de retroactividad que tuviese en sí la potencia bastante y eficaz de producir efecto en los actos de los soberanos anteriores en más de un siglo. Y como el error, que consiste en lo que creemos equivocadamente, conduce, naturalmente, al yerro en lo que se obra, con lo de palos gules y campo de oro de los heraldos, se lleva: tener por blasón moderno una insignia formada con colores encarnado y amarillo; el menos antiguo de éstos, que lo añadió el emperador Domiciano, en el siglo primero de la era cristiana. Y hay tal diferencia de barras ó listas perpendiculares, amarillas y rojas, á lo de campo, metal y esmalte, que con ello se significa pertenecer el emblema á una ú otra época.

 

Es el particular de referencia de extremada importancia para la historia del escudo Aragón y Cataluña ó heráldica aragonesa; por esto vamos á tratar de acreditar el punto de tal suerte, que sin cometer una impropiedad conocida, se diga más, bastones ó palos, cuatro de gules, sobre campo de oro; en su lugar, listas variadas de amarillo y rojo, ó cosa equivalente, que pueda servir para exponer los caracteres naturales del emblema blasónico. Hemos dicho, y damos por acreditado de cierto y verdadero, que se trata de una insignia de colores amarillo y colorado; lo escriben los historiadores más antiguos de Cataluña, y lo declaran los Tres Estados del general de Cataluña en la Junta de Brazos ó Parlamento de Barcelona de 1396, según lo expuesto. Veamos lo que dicen los sabios cronistas aragoneses. Zurita, folio 91, libro I de los «Anales», con referencia á tomar el Papa Inocencio III Lotaria de los condes de Seguí, en el año 1204, los colores amarillo y rojo para divisar el estandarte de la Iglesia, que llaman Confalón, en honra de la Casa Real de Aragón, con sus colores y señales, que eran las armas variadas de listas de los antiguos condes de Barcelona. Sobre este hecho dice Jerónimo de Blancas, página 35, libro de las «Coronacionesde los Serenísimos Reyes de Aragón», escrito en 1585, publicado por el Dr. Uztarroz por cuenta del reino de Aragón: «que el Papa Inocencio III, en honra de la Casa Real de Aragón, ordenó que de allí en adelante fuese divisado el estandarte de la Iglesia, que llaman Confalón, de los colores de las armas reales, que son amarillo y colorado, y que también por eso las cintillas ó cordones de las bulas de Gracia son hechos de los mismos colores»; lo de amarillo y colorado se repite mucho en dicho notable libro. 

EL ORIGEN PONTIFICAL DE LAS BARRAS.

 El cronista Bartolomé Leonardo de Argensola, página 1.102, capítulo CXX, libro I de los «Anales de Aragón», que prosigue los del cronista Zurita desde el año 1518 en adelante, que publicó en el año 1630, dice sobre el caso referido: «Entonces ordenó también, y fué el año 1204, que á honor de la Casa de los Reyes de Aragón, el estandarte de la Iglesia, llamado Confalón, llevase los colores de sus barras, armas un tiempo de los Condes de Barcelona.» Que los colores de las armas reales de Aragón eran el amarillo y el encarnado, en las «Historias Generales de España»; así, página 368, tomo I, en la que escribió D. Modesto de la Fuente, edición de 1877. Una de las citas más importantes que podemos hacer con respecto al punto que nos ocupa, es la que interesa la página 218, tomo IV, de la «Historia Eclesiástica de España», por D. Vicente de la Fuente, anteriormente citada; además que transcribe la «Crónica Pinatense» «Romanus Pontifiz in honorum Domus Aragonum ordenavit etc.» acredita que los colores amarillo y rojo de las armas de Aragón subsistieron en el estandarte de la Iglesia católica y en las cintas ó cordones del sello papal hasta el Pontífice Pío VI, que adoptó los colores amarillo y blanco: esto es, el amarillo y rojo de las barras catalanas y aragonesas, el de los pendones de ochenta Pontífices y más de quinientos setenta años, que ven, del 1204, con el Papa Inocencio II, al Papa Pío VI Juan Ángel Braschi, de Cesena, Pontífice Sumo, en los años de 1775 á 1800. Para concluir, debemos hacer mérito de lo que escribe sobre esto el ya nombrado historiador militar don Francisco Barado, en su obra monumental «Historia del Ejército Español», estudio 5°, página 259, tomo I, afirmando que las barras ó bastones son de rojo y amarillo, no dorado y gules, históricamente hablando; y admitiendo como fábula lo de los supuestos dedos del rey Carlos el Calvo, por el escudo dorado del conde Wifredo el Velloso ó de las sangrientas barras en el escudo campo de oro.

 


VI

 

Un punto hay en la historia aragonesa, aludido al principio de estos numerados, que es poco frecuente tratar detenidamente por los historiadores generales y aun por los escritores regnícolas, que á nuestro entender, bien considerado, da la explicación del por qué las armas antiguas de los reyes de Aragón se trocaron en las de los condes de Barcelona, desde el tiempo de Ramón Berenguer, en que Aragón comenzó á ser muy célebre en toda España y también cerca de las naciones extrañas, como advierte el teólogo é historiador español P. Juan de Mariana, jesuíta, página 521, tomo I, de 1848, una de las reimpresiones más autorizadas de la «Historia de España», que el autor escribió en el año 1601. Hubo, así como una recuperación de territorios ó reparación de integridad nacional, con reintegro de la suprema autoridad, en una nueva dinastía, que continúa, á los que la habían perdido, en modo considerable; tal fué la restauración que se realizó en los años de 1137 á 1143, por Ramón Berenguer, conde de Barcelona y príncipe soberano de Cataluña y Aragón, según la presentan los dos historiadores, críticos de fidelidad histórica y maduros de juicio, aragonés el uno y catalán el otro; Jerónimo Zurita, capítulos II y siguientes, libro II, y particularmente, folio 60 vuelto, columna 1. a , Fray Francisco Diago, de la Orden de Predicadores y calificador del Santo Oficio, en el libro II de su «Historia de los Antiguos Condes de Barcelona», que se publicó en el año 1603, en particular la página 226. Hemos dado razón de la escritura de unión del rey por Ramiro el Monje á Ramón Berenguer, en 1137; y con ser importante, creemos no es bastante para tener ideas exactas que eviten la confusión entre Aragón antiguo y moderno; quizá la intención de los organizadores del escudo de los cuatro emblemas pusieran tres en lugar de uno, para más señalar aquel período de tiempo, que pudiera ser considerado un día como Aragón en formación.

 

Después que vino á Cataluña Giraldo, canónigo del Santo Sepulcro, y trajo el instrumento de la cesión y concordia que se otorgó en la ciudad de Jerusalén, á 29 de Agosto de 1141, por los derechos que pertenecían al Santo Sepulcro sobre el reino de Aragón, en nombre del Patriarca, prior y convento, en favor del conde de Barcelona y de los descendientes que tuviese, declarando pudiese gozar del nombre de rey y ser sublimado en la dignidad real. Llegaron las Cortes y Concilio de Gerona con el cardenal Guidon, legado del santísimo Pontífice Celestino II, de la ilustre familia de Cittá de Castello, en el año 1143, donde se ultimaron los convenios con los maestres de las Ordenes del Temple y Hospital, de cesión de derechos á la propia persona del conde y herederos suyos, como sucesión del rey Alfonso I el Batallador, que traían causa: lo que refiere Diago con cita al archivo general de la Corona, en Barcelona, y con los legajos números 149 á 145. Saco C Armario de los Templarios.

 

Zurita consigna que el Sumo Pontífice Adriano IV, desde 1154 á 1159, ó sea después de perfecto el matrimonio de Ramón Berenguer y Petronila, confirmó lo acordado y resuelto con el Patriarca de Jerusalén, y en el Pontificado del Papa Celestino, en favor de la persona del conde y sucesores, expresando:

«Esta concordia fué después aprobada y confirmada por Adriano IV al príncipe D. Ramón y á sus herederos, á su pedimento é instancia, por todo el Reino y Señorío que fué del Rey D. Alfonso, quien según el Papa dice en su bula, había muerto sin heredero y sin hacerse mención ninguna del Rey D. Ramiro

 

L'altre donació del Regne d'Aragó.

Nos remitimos á lo escrito por los citados historiadores para adquirir instrucción ó recordar cómo se constituyó el nuevo reino de Aragón. Siendo doctrina generalmente admitida que los príncipes llamados á regir un reino, den sus propias armas al Estado, y no que adopte el jefe y señor las armas antiguas sin poner las suyas, se comprende lo sucedido de haber prevalecido en Aragón las armas antiguas de los condes de Barcelona.

A fin de que este estudio resulte lo más completo que nos sea posible hacer, entramos á tratar otro punto de interés relacionado con lo anterior é indicado en el numerado IV; expresando es uso decir cuatro palos, de gules, sobre oro, como antes se dijo barras de Aragón sobre campo rojo, y era con alusión á las listas amarillas, que en Aragón se decía, cinco barras, se dijo fuera cinco palos gules. De esta manera de considerar las cosas, diferentemente á nuestro país en otras partes, no se produce mera diversidad de términos que no daña á la inteligencia del objeto, es mudanza que supone diferencia en los conceptos y sirve para notar la diferenciación en las ideas.


Decían los aludidos heráldicos forasteros que Ramiro II, rey de Aragón y sucesor de su hermano el rey Alfonso I el Batallador, había profesado en el monasterio de San Ponce de Torneras, y cuando salió y fué jurado rey, traía en las banderas escudo campo oro y cinco palos de gules, que dio al conde de Barcelona Ramón Berenguer cuando le donó su hija en esponsales con entrega del reino; y el conde, que fué mucho tiempo general en las huestes del Batallador, sumamente agradecido á su suegro y á su tío, pintó las armas de éstos en su escudo y divisa real ó del reino; así se infiere de lo escrito en la página 975, apéndice 4.°, suma y complemento al tomo VI de «Las Glorias Nacionales», por el académico Ortiz de la Vega. La hipótesis, que parece absurda en sí misma, pues los padres de Ramón Berenguer, Ramón Berenguer III el Grande y la condesa Dolça de Provenza habían casado en 1112, y el rey Alfonso I había muerto en una reñida lucha con la gente del walí Ebu Gauya, gobernador moro de Lérida que acudía á defender á los infieles sitiados en la fortaleza de Fraga el año 1 134; esto es, que á la muerte del Batallador tendría veinte años Ramón Berenguer, y mal podía haber sido mucho tiempo general de las huestes del aragonés, sobre todo teniendo en cuenta que el conde Ramón Berenguer III, por un acta del día 14 de Julio de 1130 se ofreció por caballero á los hermanos del templo de Salomón, haciendo su voto de templario; y cuando Ramón Berenguer IV entró á regir el condado de Barcelona ó principado de Cataluña, que en grandeza y autoridad pudo competir con cualquiera reino contemporáneo sin quedarle á deber nada, tenía diez y seis años, datos cronológicos según la cuenta que puede sacarse consultando á Bofarull en sus «Condes Vindicados», y particularmente, mirando las páginas 614, 666 y 688, tomo I, «Historia de Cataluña y de la Corona de Aragón », por D. Víctor Balaguer, de 1861. Dicen los heráldicos modernos ó heraldistas, como se expresa en la página 92 á 95, tomo I, «Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española», por D. Francisco Fernández de Bethencourt, que el citado rey Alfonso I el Batallador fué el que organizó las Armas famosas de Aragón, las de los cuatro palos de gules y no barras, sin que podamos conjeturar en qué se fundan para atribuir al rey Batallador la insignia listada ó de palos, cuando no dan razón de lo dicho, estando á todo lo dicho sobre el particular.

 

En Aragón se decía comúnmente cinco barras ó bandas por las listas amarillas, consideradas principal en la insignia, y según afirma el abad del monasterio de San Juan de la Peña en su «Historia» citada, página 622, y otras, manifestando que las barras provenían del condado de Barcelona, comunicadas de Cataluña cuando el casamiento de D. a Petronila con el conde D. Ramón. Costumbre en el siglo XVII, en el cual se compuso la referida «Historia» y hábito que venía desde el siglo XII, el caso aludido anteriormente de las «Trovas» de Mosén Jaime Febrer, convence de ello, pues expresa así, entre otros versos referentes á la conquista de Valencia.

 

«La divisa antiga en lo camp d'argent

una ciutat bella sobre aigua corrent

Mes lo rey En Jaume v'ostron pare amat

li ha mudat l'escut posant per divisa

barres d'Arago en navís quadrat

com usen les dones, puix esta Ciutat

té'1 nom femeni, e axí de esta guisa

sobre camp de roig é corona d'or,

les ha concedit ab lo Rat penat

que cria en sa tenda sos filis sens paor, etc.»

 

Como se ve, según esta trova, la antigua divisa ó escudo de armas de Valencia fué una bella ciudad sobre agua corriente en campo de plata; pero después de la conquista, el rey D. Jaime varió este escudo, reemplazándolo con otro que se describe á estilo de Aragón, ó con las barras sobre campo rojo, que timbró con corona de oro y el murciélago.

 

Muchas pruebas fehacientes, innegables, pueden presentarse de ser las barras de Aragón las mismas de Cataluña; además de los testimonios históricos de catalanes, aragoneses, historiadores generales, historias eclesiástica de España y del Ejército español, con la descripción de sellos de Pedro IV el Ceremonioso, en su «Tratado de la Cancillería y Bula», entre otras muchas puede añadirse la manifestación de este rey en las Cortes abiertas en Perpiñán el día 26 de Enero de 1406 y concluidas el mismo año en Barcelona; que las armas reales que se refieren en las «Ordenaciones», eran las antiguas del principado, en el capítulo I, «Adarga Catalana: Arte Heráldica», por Francisco Javier de Garma. Acredita Jerónimo Pujades, en su «Crónica Universal del Principado de Cataluña», página 648, tomo VII, que el autor dejó inédita y se publicó con real licencia en 1831, que el sepulcro sobre la portada de la iglesia Catedral de Barcelona con las armas condales y la cruz blanca sobre rojo, que es la insignia del Cabildo, como tenemos dicho, es de los condes Ramón Berenguer I y Almodis, su mujer. Las mismas armas condales, ó barras de Wífredo, como se dice en las relaciones, sobre la puerta de la sacristía, donde se halla un sepulcro con estatua yacente que representa á un guerrero y allí descansa el cuerpo de Ramón Berenguer, página 372, tomo VII, «Geografía Universal ó descripción de todas las partes del Mundo en lo correspondiente á Europa y Gerona, provincia de España», por el erudito y célebre geógrafo danés Conrado Malte-Brun, de 1821. En el sepulcro del conde Ramón Berenguer III, en el monasterio de Santa María de Ripoll, en la parte exterior y antes interior, primera caja, pintadas las barras con la efigie del conde, mentado, con espada y cetro, con más una inscripción, página 200, tomo II, «Condes Vindicados de Barcelona», por el archivero D. Próspero de Bofarull, de 1837; y página 774, tomo I, «Historia de Cataluña», por D. Víctor Balaguer, una comparación que puede hacerse evita toda confusión y prueba la identidad de armas condales de Cataluña y reales de Aragón, y es la semejanza del solio y guerra de unos y otro.

 

La efigie del conde sentado con espada y cetro y las barras del sepulcro de Ramón Berenguer III el Grande, que acaba de nombrarse, representa el sello del solio de los condes de Barcelona. El sello de guerra de los condes de Barcelona, el antes descrito, que representa la figura que corre á caballo; citando á D. Francisco Barado, «Museo Militar: Historia del Ejército Español», y en el sello existente en el Archivo Histórico Nacional, entre los documentos pertenecientes al monasterio de Poblet, por Cataluña ó sus sellos condales. Sellos reales de Aragón: el descrito de D. Pedro II el Católico, y de los otros reyes, que se representan en la citada obra «Museo Militar», por Barado, páginas 215 y siguientes, estudio 5.°, tomo I, que son los sellos de guerra de los monarcas aragoneses de la dinastía de Barcelona. Estos sellos, y los del solio, que se describen en el folio 94 vuelto y 95, «Modo de proceder en Cortes de Aragón», escrito por Jerónimo de Blancas en 1585, publicado por el Dr. D. Juan Francisco Andrés de Uztarroz, con licencia, privilegio y á costa del reino, en 1641, no dejan lugar á duda alguna, que siendo diferentes, deben considerarse las mismas armas ó escudos en unos y otros.


Como los condes, sentados con cetro y espada y armas de Barcelona. Los reyes, de cuando tenían Cortes, se representa su efigie, sentado debajo de un dosel con sus vestes é insignias reales; los sellos de guerra contenían la efigie del rey armado sobre un caballo, con una espada ó lanza en la mano derecha.

 

Creemos haber justificado plenamente lo que nos propusimos demostrar: que el blasón de las barras que hoy se ostenta en las armas de España, según lo que dejamos dicho, cuando se determinó en Segovia el año 1475, es emblema particular listado ó insignia de colores amarillo y colorado, que hasta hace poco más de un siglo lucieron en tan honroso paraje, como el estandarte de la Iglesia católica, y han llegado á ser, como son hoy, los colores nacionales en la bandera listada española. Que esta insignia, armas antiguas de los condes de Barcelona, forman necesariamente el escudo de Aragón; y, para que una vista perspicaz ó medianamente entendida pueda leer en el símbolo la historia entera de nuestro país, han de cuartelarse las barras catalanas aragonesas con el escudo de Aragón antiguo, que hemos probado es la cruz sobre un árbol con el campo de oro que tiene el emblema.

 

VII


Se añade al blasón la empresa ó divisa, que era el distintivo de los reyes de Aragón condes de Barcelona ó el grifo sobre la corona del almete, timbre y cimera del escudo de armas reales aragonesas. El yelmo de rejillas abiertas ó casco y corona real aragonesa sobrarbiense, por casco y corona con que se representan los primeros soberanos en sus monedas ó instituciones, como se ha referido. Por el dragón alado que traía Wifredo, primer soberano de Cataluña, la figura de grifo con las alas y parte anterior del cuerpo, de que hemos tratado en la primera parte de este escrito. Con lo cual damos por terminada, como hemos podido, la historia del legítimo escudo de Aragón-Cataluña.

 

P. cíe S&ota P&u.

 

(1) Véanse los números 9, 10, 13, 14 y 15 del presente tomo.


HISTORIA DELLEGÍTIMO ESCUDO DE (ARAGÓN-CATALUÑA (1)

Linajes de Aragon: Revista quincenal ilustrada: Reseña histórica, genealogica y heráldica de las familias aragonesas.

Huesca 1910





X.M.C.  4/2024




 

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