CICLOS DE CONFERENCIAS (Audio)
Mapa lingüístico de la España actual
El perfil lingüístico de Cataluña, Valencia y Mallorca. I
Fecha: 6/05/1986
Presentación: Manuel Seco.
I.
El
problema onomástico.
l. El mero enunciado del título de estas conferencias es ya una confesión
del aspecto llamémosle atípico de la lengua que voy a presentar: Perfil
lingüístico de Cataluña, Valencia y Mallorca. ¿Trataremos de una lengua común o
de tres romances distintos,
El asunto para el lingüista no tiene demasiada entidad. Cuestión de
nombres. Lo que interesa es describir el instrumento expresivo propio de esas
tierras del Este peninsular. Pero al no especialista le preocupa ante todo
saber si el valenciano es o no catalán, si el mallorquín es o no catalán; si
estamos ante dialectos o lenguas. Son discusiones de actualidad: baste recordar
las polémicas recientes a propósito de los estatutos de autonomía, o baste
abrir los periódicos en su sección de “cartas al director” para ver
cómo cualquier ciudadano echa su cuarto a espadas con el mayor aplomo. Todo el
mundo puede opinar ―ése es el aliciente del debate― pero muchos se creen
autorizados a zanjar sin justificar. Es curioso que, salvo algún atrevido
curandero, nadie se arriesgaría a llevar la contraria a un médico a propósito
de la situación en el cuerpo humano del páncreas, del bazo o de otro órgano
anatómico. Y, en cambio, para fallar de lingüística la impunidad es absoluta.
Permítaseme a mí, que llevo unos treinta y cinco años ocupándome del tema,
decir qué pienso, sin esquivar lo que para tirios y troyanos pueda resultar
molesto. Conste que hablo igual aquí en Madrid que en Valencia o Barcelona.
Para mi propósito recurriré a documentos incontrovertibles, especialmente
medievales, los cuales nos dejarán observar el problema con una holgada
perspectiva histórica.
Acabo de aludir a los recientes estatutos de autonomía. Dejando aparte el
castellano que, en todos lados y de acuerdo con la Constitución, tiene el
carácter de idioma oficial, el estatuto de Cataluña especifica que la lengua de
la comunidad autónoma es el catalán; el de las Baleares reconoce como oficial
el catalán en su modalidad insular, mientras que Valencia se da como lengua
propia el valenciano. La denominación de valenciano es la más
discutida. (l)
2. El particularismo no es de ahora. Los filólogos e historiadores discuten
sin llegar a ponerse de acuerdo acerca de un texto de 1395 del dominico
valentino fray Antoni Canals. Este afirma traducir la obra de Valerius Naximus
del latín a la lengua valenciana, pese que otros la hayan vertido ya a
la lengua catalana:
…desigants quels homens qui no son gramatichs entenguen
lo dit Valeri perfetament, lo qual es peregri e poch comunicat per lo regne d’Arago,
e aço per lo estret estil que serua en sa ordinacio: per que yo, a manament de
vostra senyoria, le tret de lati en nostra vulgada lengua materna valenciana,
axi breu com he pogut, jatse sia que altres lagen tret en lengua catalana. (2)
Las interpretaciones del pasaje son abundantes. A mi ver hay dos puntos claros:
a) Canals separa lengua valenciana y lengua catalana;
b) no obstante ambos idiomas deben de ser para él muy cercanos, pues no se le
ocurriría decir lo mismo si se hubiera tratado de la lengua castellana,
francesa o portuguesa.
No cabe olvidar tampoco que Canals cumple una orden del cardenal-arzobispo
de Valencia Jaime de Aragón, quien entrega el códice a los Concelleres de Barcelona
y les dice que él lo ha hecho “transladar de latí en romanç”·
(3)
Algo semejante expone en Mallorca unos cincuenta años más tarde el erudito
Ferran Valentí al traducir las Paradoxa de Cicerón:
“he posada e transferida a questa petita obreta de Tul·li, gran sentencia, de latí en vulgar materno e malorquí, segons l a ciutat on só nat e criat e nodrid,....” (4)
Tanto Canals como Valentí son humanistas que tienden a ver una unidad en
los conceptos de lengua y nación. Al reino de Valencia y al reino de Mallorca les
corresponde respectivamente un idioma valenciano o mallorquín; y más si tenemos
en cuenta el prurito regnícola frente a un simple condado. Ya sabemos que Ramón
Berenguer IV y sus sucesores nunca elevaron el condado de Barcelona a la
dignidad de reino, y ello tuvo considerables consecuencias.
3. Que los valencianos se sentían pagados de su particularismo lo subraya en 1383 Francesc Eiximenis, gerundense que vive en Valencia: el valenciano es pueblo escogido entre los otros de España y, pese a su origen, no se llama pueblo catalán, sino “per special privilegi ha propri nom e s’nomena poble valencia”. (5)
Con estas premisas no es difícil que entre los escritores del Reino pululen
los testimonios de llengua valenciana. (6) En otra ocasión me entretuve en formar un
ramillete de citas del siglo XV y mencioné a Guillem de Copons en 1418,
a Joanot Martorell, autor del Tirant lo Blanch, a Miquel Pérez,
traductor del Kempis, a Roís de Corella, a Bonifaci Ferrer;
a Bernadí Vallmanya, etc. Todos hablan de lengua valenciana,
valenciana lengua, en vulgar de valenciana prosa,
en valenciana prosa, en estil de valenciana prosa,
etc. A medida que avanza el siglo XV, gana terreno esta nomenclatura de
singularización. Así que el empeño de tantos valencianos en defender la
personalidad exenta de su habla no es cosa de hoy, ni de su capricho. La
tradición es larga e ilustre.
Tendrá que llegar el romanticismo y tendrán que pasar muchas cosas para que
un poeta de Valencia como Vicente Wenceslao Querol ose proclamar que
escribe unas Rimas catalanas (1877). M. Menéndez Pelayo señala
que al dar Querol este titulo lo hizo “con notable extrañeza de
muchos de sus paisanos, aunque con estricta propiedad filológica” (7)
4 . Vengamos, pues, a esa filología examinando los argumentos de quienes
ven lenguas diversas. Naturalmente no voy a tener en cuenta salidas
extemporáneas ni dicterios temporales. Me interesa la opinión de quienes se
acercan al problema con voluntad de entenderlo.
El título y las ilustraciones del librito de Salvador Faus i Sabater, Evolució de la llengua valenciana. Testimonis gràfics, publicado en Valencia en 1980, me indujeron a creer que el autor pertenecía a este último grupo . Me equivoqué. El fin era reivindicar la independencia del valenciano. (8) Tras proclamar que todas las campañas contra Valencia (es decir, el afirmar que la lengua de esa tierra es el catalán) "estan basades en enganys" (p. 49), sienta este perentorio dictamen: Jaime I y sus huestes, al conquistar el reino en 1238, no hablaban catalán, ni podían hablarlo, porque en esa época este idioma aún no existía, le faltaban nada menos que 124 años para ser, sencillamente para ser. La prueba está en que sólo en 1362 e l rey Pedro el Ceremonioso menciona el nombre de lengua catalana al pedir que un libro de caballerías francés fuese “reduit en lengua catalana”. Hasta entonces, dice el Sr. Faus, no había catalán alguno (“Fins aleshores, el català no existia”, p. 50).
Si no se hablaba catalán, ¿qué se hablaba, pues? Sencilla mente romanç. Ese era el idioma, y cuando el rey manda redactar los fueros o Furs de València lo que hace es pedir que los pongan en romanç, romançar o arromançar es “traduir al romanç” puntualiza el Sr. Faus (p. 53).
Llevo trabajando unos veinte años en la edición crítica de esos Furs
y puedo explicar bien en qué lengua están redactados y qué es ese curioso romanç.
(9) Entre paréntesis, cuando fray Luis de León dice en 1585, en la
introducción al libro III de Los Nombres de Cristo, que hablar
romance es "negocio de particular juicio" no pensaría,
pues, en el castellano sino en ese magma que, según la singular doctrina del Sr.
Faus, es e l romanç, lengua única de la España primitiva (p.
52). Parece ser que los esfuerzos de Menéndez Pidal, en sus Orígenes
del español, no han servido para quienes consideran que de ese mirífico romanç
―que se usaba por Valencia en 1238― igual sale el bable asturiano que el
catalán o la "fabla" aragonesa: "Tot era romanç",
insiste el Sr. Faus (p. 52).
Me produce cierto sonrojo rebatir tales argumentos, pero como son los que circulan
por Valencia, y los que la prensa difunde, (10) me limitaré a aclarar unos
puntos. No es exacto que ese documento de 1362 sea el primero en el que se
mencione el lexema llengua catalana . En un libro que publiqué en
1978 reproduje una carta del 11 de julio de 1358 en la que e l rey Pedro habla
de arromançar y de transponer unas misivas de morisch en
cathala. El lexema surge ya cuatro años antes. (11) También señalé un
escrito en latín dos años anterior al precedente, en 1356, en donde se citan
unas cartas "in vulgari tam cathalano" (12).
Lo cierto es que el texto de 1362, tan traído y llevado, está fechado en
Valencia, mientras que el mío de 1358 es de Perpiñán. De Sur a Norte el nombre
de la lengua viene proclamado sin ambages.
Hay más.
En 1341, precisamente en Valencia, ya sale en un acta notarial la apelación
de lengua catalana:
"De las dichas cosas de voluntad de las partes
fueron fechas dos cartas partidas por a, b, c, la una de las quales fue librada
a los dichos procuradores escripta en letra e lengua castellana et la
otra al dicho don Pedro de Villanueva en plan escripta en letra e lengua
catalana" (13).
Pero dejemos esta guerrilla de fechas y recurramos, para mostrar la
presencia del idioma, a otras variantes sufijales, como la de catalanesch,
que se documenta en el siglo XIII. Así Jofre de Foixa dice: "si
tu trobes en cantars proernçals alcun mot que sia frances o catalanesch"
(14). La Cirugía de Tederich o Teodorico Borgognoni
(dedicada al obispo de Valencia Andreu Albalat) se llegó a "translatar
de latí en romans catalanesch" hacia 1305; fijémonos que el
traductor, Guillem Correger, es de Mallorca (15). Todavía tendremos que
apelar a Muntaner cuando asegura que los habitantes del recién conquistado
reino de Murcia "són catalans e parlen del bell catalanesch del
món" (16).
Claro que, por poco que nos
descuidemos, vamos a caer en la trampa que se nos tiende y vamos a confundir la
aparición del nombre de la lengua en un documento con el nacimiento de la
propia lengua. Esto es un sofisma. Entonces tampoco existiría el castellano
hasta el año 1254, en que topamos con la denominación de lengua castellana
(17). Antes de que se hablara de catalán, valenciano, etc., hubo un largo
período en el que el idioma cotidiano era designado, en una especie de relación
dialéctica, con respecto al latín. Este seguía siendo la lengua docta, elevada,
mientras que la familiar venía llamada vulgar, romanç,
pla (18); hasta se da la expresión de lingua laica
(19), es decir la de los legos frente a la eclesiástica o latina, aunque también
conocemos la etiqueta de lengua christianesca (20).
Desde luego ese idioma existía y era el mismo que después vemos llamar llengua catalana o llengua valenciana, denominaciones que conviven con romanç
todavía por mucho tiempo. En el inventario de las bibliotecas del rey Martín el
Humano (1410), de las 45 obras redactadas en la lengua materna del soberano hay
20 en las que se especifica que están escritas en català;
18, en romanç; 6, en pla y una, en vulgar
(21).
5. Y ya que he citado antes los documentos de 1341 y 1362, fechados en
Valencia, que mencionan el sintagma lengua catalana, quisiera
seguir unos instantes con este tema, basándome en otros testimonios sacados de
la correspondencia de los magistrados valencianos.
Estamos por las mismas fechas en que Canals ha manifestado que
escribe en lengua valenciana y contrapone ésta a la vecina lengua
catalana. En esa época los regidores se dirigen en 30-VII-1400 a la
villa conquense de Moya (partido judicial de Cañete), interesándose por cierto
esclavo tártaro de un labrador de Valencia al que creen huido a aquellas tierras.
Al describir al cautivo precisan que se llama Johan, que tiene unos 20 años y
que habla muy claramente el catalán, puesto que desde niño se ha criado allí,
esto es en Valencia: "e
paladí en son parlar català, com de poquea a ençà se sía nodrit ací" (22). Huelga todo comentario a un tal texto.
Ello nos lleva a recordar aquel famoso capítulo de Muntaner referido
a los jóvenes italianos C. Llanga y R. de Lauria que se
expresaban en el mejor catalán del mundo puesto que lo habían aprendido en los
pueblos de Cataluña y del reino de Valencia: "apreseren del catalanesc de cascun lloc de
Catalunya e del regne de València" (23).
Pero volvamos a nuestros magistrados: en sus cartas adviértese un orgulloso
sentimiento de catalanidad, basado en el origen común del reino y del
principado. Especialmente cuando se dirigen al exterior hacen manifestaciones
de pertenecer a tota la nació catalana, y a los propios
mercaderes de Valencia los designan como “els nostres mercaders cathalans”
(24). Los testimonios abundan (25). El formar parte de la misma nación, en los
tiempos medievales, tiene un sentido algo diverso del de hoy, significaba hablar
idéntico idioma.
6. Las cartas municipales que acabamos de ver corresponden a los tiempos de
Martín el Humano y al período del interregno antes del Compromiso de Caspe. Es
una época de cierto nacionalismo, en la que se apela con frecuencia a la casa
condal de Barcelona y al origen común de los reinos de la Corona de Aragón.
Pero ya instaurada con Fernando de Antequera la dinastía castellana de los Trastámara,
se mantiene la tónica. Así el rey Fernando, desde Valencia, se dirige a
propósito de una reclamación al sultán de Marruecos en aragonés (era ésta la
lengua habitual de la cancillería en su correspondencia con los reinos de
Granada y Marruecos):
Nos empero, querientes procedir en esto legíctimament e
segunt dreyto e razon, vista una letra o carta morisca vuestra e aquella feyta
reduir por el alcadí nuestro de Valencia de morisco en romanç cathalán,
por la qual parece del deudo de las ditas MCCC doblas restantes de la dita
mayor cuantía o precio de los ditos drapos o panyos… (26)
Dice e l rey que acude al “alcadi” o juez musulmán de Valencia para
que éste le traduzca al romanç cathalán la carta en árabe que ha
recibido del soberano marroquí. El tal “alcaldi”, moro de Valencia (no
cualquier intérprete o trujamán traído del Principado), hablaba en
catalán y el rey Trastámara, de lengua materna castellana, tenía que conformarse
con que en Valencia le explicasen las cosas en catalán.
Más ejemplos podría aducir y los he aducido en otras ocasiones. Me detendré
en un caso particularmente adecuado a nuestro objetivo. En el proceso de
canonización de San Vicente Ferrer, se refieren sus milagros, en
especial el de hacerse comprender por gentes que sólo entienden el bretón u
otro idioma extraño, cuando el santo valentino usa su lengua propia. Esta ―que
él llamaba pla o vulgar―
viene especificada por los testigos: para uno es ydyoma cathalonicum,
otro alude a su predicación "in sua vulgari idiomate Catalonie seu
Valentino", otros a su linguam Valentinam seu cathalonicam,
el de más allá afirma "et loqueretur in vulgari catalanico sive
valentino" y por fin un testigo dice a secas que predicaba in
lingua cathalana (27). Si saco a relucir estos hechos es para salir al
paso de la afirmación del Sr. Simó Santoja: San Vicente pronunciaba sus
sermones, cito, "en valenciano, según consta en numerosos testimonios
del proceso de canonización: 'sua valentina ac materna lingua fuit semper
locutus'" (28). Eso no es exacto: he leído las 449 páginas en cuarto
del proceso y no he hallado esos "numerosos testimonios". Pero
estoy dispuesto a rectificar y a pedir disculpas por mi tomáse a incredulidad,
si me los enseñan alguna vez.
7. A pesar de todo quiero hacer hincapié en que el sentimiento
particularista era muy recio y que cada vez debió de fortalecerse más. Hemos
verificado que las manifestaciones de catalanidad de los valencianos están
formuladas de cara al exterior. Para los de casa, la denominación de valencià y llengua valenciana es lo normal. A esa posición debió de contribuir no poco
la cesura que representaron la guerra civil catalana de 1462-1472 y la
revolución contra Juan II; el reino de Valencia permanece fiel al rey. Creo que
hubo a partir de esos hechos una exacerbación de nacionalismo local.
Entonces, ¿qué hacer cuando hay que nombrar el idioma común, traído por las
huestes de Jaime I y por aquellas legendarias mujeres de Lérida, cuyo recuerdo
está esculpido en la "Porta
de l'Almoina" de la Catedral
valentina? (29) El instinto de comunidad con las hablas del Principado no
desapareció jamás. No quiero más prueba de tal consciencia que las palabras que
el obispo de Barcelona José Climent, natural de Castellón, tan partidario de la
centralista política de los primeros Borbones, dirige a sus nuevos feligreses
barceloneses al tomar posesión de la diócesis en 1766:
Fuera de estos motivos encuentro otro muy particular y
muy poderoso para amaros en el beneficio que vuestros mayores hicieron a
Valencia, mi patria (…) de suerte que si bien se mira Valencia puede llamarse
con propiedad una colonia de Cataluña. Casi todos los valencianos somos
catalanes en el origen y con corta diferencia son unas mismas las costumbres y
una misma la lengua de los naturales de ambas provincias (30).
Pero, precisamente, si esa "corta diferencia" hace no
querer llamar català al vehículo expresivo mutuo, en particular al antiguo,
¿cómo denominarlo?
Ahora llega la solución salomónica: ni valencià, ni català, sino llemosí (31). Resulta sorprendente que un apelativo tan
absurdamente extraño haya servido para poner paz durante tanto tiempo, y, si no
fuera impropio del todo, casi hubiese valido la pena conservarlo en aras de la
concordia. El lemosín de Limoges era una de las principales, si no la
principal, de las variantes lingüísticas del Mediodía de Francia, y de ello se
hace eco la Divina Comedia (32). El prestigio del lemosín (33) se
debe a la fama, en el oriente peninsular, de la lengua de los trovadores y de
su lírica. No olvidemos que hasta el siglo XV, hasta los días de Ausias March
(+1459), la poesía entre los catalanes se expresó en occitano; además, existió
siempre en e l fuero interior de los hombres de la Edad Media una suerte de
comunidad afectiva y lingüística que enlazaba las tierras catalanas y las de
Occitania. Un natural de Limoges es tenido por compatriota o casi: “quax una
nació ab nós” (34).
Cuando desde una posición de decadencia, como la que conocieron las letras
catalanas ya a comienzos del siglo XVI, se miraba atrás con ojos de nostalgia,
no era extraordinario que se pensase en esa lengua famosa por los certámenes o
consistorios de la Gaya Ciencia, en la lengua lemosina. Así vemos que en
1521 el canónigo Joan Bonllavi, nacido en tierras de Tarragona y
residente en Valencia, se atreve a publicar el tratado Blanquerna
de Ramón Llull, pero "traduït y corregit ara novament dels primers originals y estampat en llengua
Valenciana". Es decir
que modifica el viejo texto, al que él califica de llengua llemosina primera. El mecenas de esta publicación es mallorquín; el
editor, catalán; el impresor y público, valencianos. Lo que une es el viejo
sabor luliano, tildado de lemosín, pero lo disgregador es eso de llengua
valenciana (35).
La ocurrencia de Bonllavi, si fue él el creador o si fue sólo portavoz
de algo que estaba en el ambiente, tuvo éxito. De ahora en a delante llemosí triunfará y, pese a su inexactitud, servirá para recordar la unidad
originaria del idioma de Cataluña, de las Baleares y de Valencia. Surgido en las
comarcas de Valencia, el término vendrá aceptado ya en el mismo siglo XVI y hasta
en la propia Mallorca se dirá que el gran Ramon Llull compuso sus libros "en llengua llemosina".
No sólo en la Corona de Aragón, sino también en Castilla arraigará lo del lemosinismo,
y así Juan de Valdés (h. 1 536) a firmará que la lengua catalana “era
antiguamente lemosina”. Y Juan de Resa en 1 555 dirá que las poesías
de Ausias March están en la “cárcel lemosina”. El P. José de
Sigüenza la rotulará de “lemosina o catalana" y Tirso de Molina
en su Historia de la Merced se de haber leído unas constituciones
de la orden, a pesar de que es “su lenguaje lemosino o catalán”. Los ejemplos
en la literatura española abundan desde mediados del XVI, y en realidad el
indebido uso terminológico aún no ha cesado (36).
Resumamos. Ante tal estado de cosas, cuando el lenguaje de un pueblo
amenazaba desintegrarse, aunque conservando bastante voz para reconocer sus
lazos de parentesco; cuando las pretensiones políticas turbaban las
inteligencias sin apagar los sentimientos, se hacía necesario el recurso a un
subterfugio. Este subterfugio estaba muy mal escogido, pero sirvió en todo caso
gracias a una confusión inicial: la lírica de los siglos XIV y XV se expresó en
un provenzal más o menos catalanizado. El paso definitivo a la lengua autóctona
se hizo insensiblemente, apenas se notó. Para los literatos que seguían las
normas de la escuela de los trovadores el instrumento lingüístico era el "llemosí",
tal como había sido codificado por Raimon Vidal de Besalú a comienzos
del XIII en las Razos de trobar. Las directrices de la vieja
poesía eran las dictadas en Tolosa. Pero pasaron de moda. Y cuando en el siglo
XVI las gentes se dieron cuenta de la distancia entre la lengua corriente y la
de los antiguos textos, creyéronse autorizados a hablar de llengua llemosina. Con ello designaban el idioma catalán medieval y
también el del estilo elevado, lejos del habla casera (37).
8. Estos hechos de historia lingüística, a los que me he querido ceñir en
un afán de objetividad, son suficientes, me parece, para mostrar que por encima
de diferencias dialectales, que las hay, como en cualquier idioma, y son
importantes; por encima de un sentimiento de buena parte de los hablantes baleares
y sobre todo valencianos, sentimiento que los sociolingüistas han de recoger,
existe una innegable unidad: la lengua escrita y hablada en el Rosellón (38),
en el Principado de Cataluña, en Andorra, en la ciudad sarda de Alghero o
Alguer, en las Baleares y en Valencia es una (39). No hay ningún filólogo
responsable que pueda ni siquiera negarlo.
Algunas personas, con mayor voluntad que formación científica, se han
lanzado a defender a capa y espada la diversidad del valenciano respecto al
catalán. Incluso se ha publicado recientemente un Diccionari diferencial valencià-català / català-valencià (40), en donde
uno puede admirar cosas tan peregrinas como el equivalente zulú
del "valenciano" para el “catalán” salvatge (41). Ese
diccionario tiene más de trescientas páginas a doble columna de diferencias
léxicas. ¡Que afortunado autor! Precisamente, para terminar, voy a hacerles una
confesión: durante muchísimos años he procurado estudiar el vocabulario
privativo del valenciano. Cuando ya me imagino tener un lexema no catalán, suelo
descubrir que en tal comarca de Lérida o en tal documento de Gerona apunta ese
que yo creo valenciano típico, y viceversa (42). Así voces como plegar
y aplegar 'llegar' (opuesto a arribar), ausades
'a fe, ciertamente', que me servían, entre otros criterios, para situar
la patria de la novela Curial e Güelfa se han revelado vanos. El
problema de localizar geográficamente al autor, pese a los esfuerzos de muchos
filólogos, sigue en pie (43). E igualmente, la traducción catalana del Decamerón
de 1429 era atribuida a un mallorquín, porque, por ejemplo, se usaba alfabia
'tinaja'. Pude demostrar en 1976 que esa voz también aparecía en textos
de Gerona, Vic y Valencia… (44). Que una obra medieval traiga jo cante
o jo arribe en la primera persona del presente de indicativo no
basta para juzgarla valenciana, porque esa terminación se dio asimismo en otras
partes del Principado, y debió de ser algo más general (45). Toda precaución e
s poca en estos terrenos. Los lingüistas apenas pueden hallar en la diacronía criterios
válidos de división dialectal. Pero eso mismo nos permite también volver a afirmar
sin temor a equivocarnos que, bajo el nombre que se quiera, las habla s de
Cataluña, Valencia y Mallorca pertenecen a un sistema único y que, manteniendo
la "denominación de origen", los filólogos llaman catalán.
9. Queda la pregunta de si el mallorquín, el menorquín, el valenciano son
idiomas o dialectos. La respuesta ha de ser sustituida en el sentido que
lingüísticamente son variantes del catalán, lo mismo que lo son el barcelonés y
el leridano. Otra cosa es la categoría social o sociolingüística de una u otra
modalidad. Estas cuestiones las rozaremos en la próxima conferencia cuando
describamos la situación de las tres regiones aquí consideradas.
NOTAS
(1) El artículo 3º de la Constitución de 1978 dispone: “l. El castellano es la lengua española oficial del estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2. Las demás lenguas españolas serán oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus estatutos (…)”. El Estatuto de Autonomía de Cataluña reza: “La lengua propia de Cataluña es el catalán. El idioma catalán es el oficial de Cataluña, así como también lo es el castellano, oficial en todo el Estado español (…)” (art. 3º). El de las Baleares establece: “La lengua catalana propia de las islas Baleares, tendrá, junto con la castellana, el carácter de idioma oficial, y todos tienen el derecho de conocerla y utilizarla. Nadie podrá ser discriminado por razón del idioma” (art. 3º). El de Valencia dice: “Los dos idiomas oficiales de la Comunidad Autónoma son el valenciano y el castellano. Todos tienen derecho a conocerlos y usarlos (…)” (art. 7º).
(2) Llibre anomenat
Valeri Máximo dels dits y fets memorables. Traducció catalana del XIVén
segle per frare Antoni Canals, publicat per R. MIQUEL y PLANAS, Barcelona 19 14-, vol. I , p . 1 ) .
(3) Ibídem, I, p. 3, línea 13 . Los concellers, al agradecer el obsequio, hablan de un Valerio Máximo “traduit de lati en romans” (ibídem, nota editorial, I, p. XXIV, nota 2).
(4) Ferran Valentí, Traducció de les Paradoxa de Ciceró, ed. de J . M. Morató i Thomas, Ba rcelona 1959, p. 43 ("Biblioteca Catalana d' Obres Antigues"). Sobre las ideas de nuestro Valentí, véase Sebastia Trias Mercant, Historia del pensament a Mallorca, Mallorca, Editorial Moll, 1985, pp. 126-130 (“Els treballs i e1s dies”, núm 28). Pese a todo, la situación en la Mallorca de los siglos XIV y XV es más unitaria que en Valencia. Tanto Anselm Turmeda como Joan Eixemeno, por ejemplo, usan català para designar el idioma materno. Así el primero afirma escribir en “pla català” las Cobles de la divisió del regne de Mallorca (cf. ENC, núm. 10, p. 103 .18), mientras que su compatriota, dedicando una obra suya al rey Martín, le dice que la ha trasladado “de la vestidura gramatical en la vestidura catalana”, es decir, que la ha traducido del latín; véase Joan Eixemeno, Contemplació de la Santa Qµarantena, ed. Albert G. Hauf, Abadía de Montserrat, 1986, p. 26.
(5) Francesch Eiximenis, Regiment de la cosa pública, ed. R. Miquel y Planas, Barcelona s.a., p. 19.
(6) La llengua catalana en els seus textos, Barcelona, Curial, 1978, vol. I, pp. 60- 71. En adelante citaré este libro abreviadamente: Textos.
(7) M. Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, Santander 1942, V, p. 235 ["Edición Nacional", vol. x]. No deja de ser curioso que la recopilación de las poesías de Querol en catalán lleve este título: Vicent W. Querol, Obres valencianes completes, Valencia, Sicania, 1958. Véase L. Guarner, Poesía y verdad de Vicente W. Qµerol, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1976, p. 195.
(8) El autor comienza dirigiéndose al lector con estas palabras: "No sóc historiador, ni filòleg, ni orador. Sóc simplement un amant de Valéncia i de la veritat" (p. 9).
(9) Desde 1970 en que apareció el primero, van publicados cuatro tomos en la colección "Els Nostres Classics", números 101, 105, 113 y 121; está ya ultimado el quinto volumen.
(10) Entre muchas otras cartas al director elijo esta prosa que ha franqueado los límites valencianos: “En rigor histórico nadie puede negar que, en el antiguo Reino de Valencia, antes de la llegada de las huestes catalano- aragonesas, se hablaba una lengua romance, que es el primitivo valenciano. Hay testimonios irrefutables. El tratar de negarlo no es científicamente serio” (Cambio 16 de 9- XII-1985, núm. 732, p. 12).
(11) Textos, I, p. 43.
(12) Ibídem, p. 43, nota 13. El escrito de 1356 fue editado por A. Lópe z de Meneses en “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón”, VII, 1962, p. 342. Lo interesante es que vaya dirigido al conde de Dénia: “Similis [se. littera] fuit directa egregio Alfonso, comiti Denie, in vulgari tam cathalano”.
(13) Publica entera el acta notarial A. Ferrando Francés, Consciencia idiomàtica i nacional dels valencians, Valencia 1980, pp.187-190; el fragmento aquí transcrito está en la p. 190.
(14) Paul Meyer, Traités catalans de grammaire et de poétique, en "Romanía", IX, 1880, pp. 58- 59, § 11; asimismo en la p. 64 de la edición Marshall, citada luego en la nota 33. Véase también Antonio Rubió y Lluch, Del nombre y de la nidad literaria de la lengua catalana, Barcelona 1930, p. 10 (“Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del Sr. D. Antonio Rubió y Lluch e l día 23 de marzo de 1930”).
(15) El texto en Ludwig Karl, Theodoric der Katalane una seine Chirurgie, en “Zeitschrift für romanische Philologie”, XLIX, 1929, p. 266. El traductor no es, como pone Karl y copian algunas enciclopedias catalanas, “Galien, Correger de Mayorcha” sino Guillem Correger, de Mallorca. La transcripción de Karl está llena de errores, como ya señaló P. Bohigas, Sobre manuscrits i biblioteques, Barcelona, Curial, 1985, pp. 101-102; asimismo consúltese J.M. Madurell y J. Rubió, Documentos para la historia de la imprenta y librería en Barcelona (1474-1533), Barcelona 1955, p. 420. Según me comunica mi colega Luis García Ballester, el Dr. Antoni Contreras Más, de Palma de Mallorca, prepara una edición de la Cirugía vertida por Correger.
(16) Ramón Muntaner, Crónica, capítulo XVII, Barcelona 1927, p. 45 (Col·lecció Popular Barcino, XIX).
(17) Cf. José Mondéjar Cumpián, “Castellano” y “Español” dos nombres para una Lengua, Granada 1981, p. 12 (Editorial Don Quijote, Libros del Caballero del Verde Gabán, nº2).
(18) Textos, I, p. 42.
(19) En un documento fechado en Tarragona en 1392 se hace referencia at lingua layca (Archivo Histórico Archidiocesano de Tarragona, Patrimoni de la Mitra, núm. 3, fol. 16vº). Debo esta noticia a mi buen amigo Amadeu- J. Soberanas.
(20) Aquí tenemos la contraposición con e l idioma de los sarracenos. El Diccionari català - valencià - balear, s.v. cristianesc, aduce este texto valenciano de 1 270: "Que vol dir en crestianesch: Yo iur per a questa alquibla de mahomat". A los documentos de ese repertorio, añádanse otros de 1315 (Colección de Documentos inéditos del Archivo de la Corona de Aragón, XXXIX, p. 115 y XII, p. 283) y este, también valenciano de 1 368: " …si aquell dit privilegi ans e primerament no ere esplanat e reduhit de arabich o morisch en lengua christianesca" (publicado por Antonio Ubieto Arteta, Orígenes del reino de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, Valencia 1977, p. 193); más testimonios valencianos de cristianesch en Mª del Carmen Barceló, Minorías islámica s en el País Valenciano. Historia y dialecto, Valencia, 1984, p. 138- Es interesante la variante Creistianesc, -ega, que hallamos en una carta de un príncipe musulmán al rey Pedro el -ceremonioso en 1336: “… carta publicada por Angel Canellas, en “Estudios de la Edad Media de la Corona de Aragón, -Zaragoza 1946, II, p. 56). – Nada nuevo, sino todo lo contrario, aporta J. Corominas, Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana, Barcelona 1981, II, p.1063 a 6.
(21) Da a conocer ese inventario J. Massó Torrents, Inventari dels bens mobles del rey Martí d 'Aragó, en “Revue Hispanique”, XII, 1905, pp. 413-590; véase Textos, I, p. 44.
(22) Agustín Rubio Vela, Epistolari de la Valencia Medieval, Valencia 1985, p. 285, doc. núm. 110.
(23) Ramon Muntaner, Crónica, ed. cit., p. 45, cap. XVIII.
(24) A. Rubio Vela, Epistolari, op. cit., pp. 34-36 de la introducción. Véase asimismo E. Vidal Beltrán, Valencia en la época de Juan I, Valencia 1974, p. 129; Textos, I, pp. 66-67.
(25) Véanse los testimonios reunidos en un apéndice por A. Ferrando Francés, Consciencia, op. cit., pp. 190-192 y las explicaciones del autor, pp. 5-7.
(26) Publico la carta en Textos, I, p. 65.
(27) Ibídem, I, pp. 68-71.
(28) Vicente L. Simó Santoja, ¿Valenciano o catalán?, Valencia 1975, p. 241. I
(29) Véase Felipe Mateu y Llopis, Lérida y sus relaciones con Valencia (Algunos aspectos), Lérida 1976, 63 pp. ("Catedra de Cultura Catalana Samuel Gilí i Gaya"). Cita este autor a Juan Luis Vives, quien refiere la tradición de las mujeres ilerdenses que poblaron Valencia y llevaron la lengua, la cual “apud nos loquimur” (p. 31).
(30) Francesc Tort Mitjans, El obispo de Barcelona Josep Climent i Avinent, 1706-1781. Contribución a la historia de la teología pastoral tarraconense en el siglo XVIII, Barcelona 1978, p. 196 y nota 21. Véase también Antoni Comas, Historia de la literatura catalana, Esplugues de Llobregat (1972), IV, p. 363.
(31) Véase mi estudio Limousin et langue d'oc dans la Catalogne médiévale, en “Vía Domitia”, XIV, Toulouse 1978, pp. 191-204 (= "Hommage a Jean Séguy", I); traducido al catalán y con algunas adiciones, lo incluí en Textos, I, pp. 39-59.
(32) Dante en el Purgatorio (canto XXVI, 119-120) pone en boca de Guido Guinizelli unas desdeñosas palabras para con Girau de Bornelh (“e lascia dir li stolti/che quel di Lemosi credon ch'avanzi”), en las que implícitamente reconoce la preferencia de las gentes por la poesía sencilla y popularizante de este poeta del Lemosín.
(33) Ya el tratadista Raimon Vidal reconoce en sus Razos de trobar que a los trobadores provenzales que quieran versificar bien les ha de ser familiar “la lenga lemosina”: “Per q'ieu vos dic qe totz hom qe vuella trobar ni entendre deu aver fort privada la parladura de Lemosín”, The Razos de trobar of Raimon Vidal and associated text, edited by J.H. Marshall, Oxford University Press, 1972, pp. 6-7.
(34) Véase cuanto expongo en el libro El léxico catalán en la Romanía, Madrid, Gredos, 1976, pp. 9-10 y en el artículo La dénomination langue d'oc en de ça des Pyrénées, en “Travaux de Linguistique et de Littérature”, XVI, 1, Strasbourg 1978, pp. 85- 91. Cf. Text9s, I, pp. 55-56.
(35) Textos, I, pp. 49- 50.
(36) Ibidem, I, pp. 52-54.
(37) La relación dialéctica entre lenguaje arcaico y cotidiano, así como entre el catalán y e l español en los siglos XVI y XVII, viene estudiada por Modest Prats en el prólogo al libro de Albert Rossich, Una poética del barroc. El “Parnas català”, Col·legi Universitari de Girona, 1979, pp. VII-XLVI.
(38) En realidad se trata del Rosellón, Conflent , Vallespir, Capcir y una porción de la Cerdaña, tierras que forman parte hoy del departamento de los “Pirineos Orientales”, últimamente englobado en una artera división llamada “Languedoc- Roussillon” .... Esas comarcas fueron desgajadas de la Corona contra la voluntad unánime de sus habitantes. Véanse los libros fundamentales y desapasionados de Tosep Sanabre, Resistencia del Rosselló a incorporar-se a França, Barcelona 1970 y El Tractat dels Pirineus i la mutilació de Catalunya, Barcelona 1978 (ambos en la “Col·lecció Tramuntana” de la Editorial Barcino).
(39) Como curiosidad mencionamos que, en un Sínodo de la provincia eclesiástica tarraconense celebrado en 1636, los prelados, que todos ―menos el de Urgel― son forasteros, se esfuerzan en balde por conseguir que se predique en castellano. Sin embargo de las opiniones encontradas, el obispo castellano de Vich, Gaspar Gil, afirma: “lingua valentina seu Cathalana, quae eadem est”; en ello coincide con su adversario Pau Duran, obispo de Urgel, quien declara: “…prout etiam notum est quod lingua naturalis et comunis Regni Valentiae est lingua Cathalana”. Textos aducidos por M. Prats en el prólogo citado en la nota 37 (pp. XXII y XXV).
(40) Carles Recio, Diccionari diferencial valencià-català, català-valencià (Ensaig aproximatiu), Valencia 1985, 336 páginas.
(41) Cf. “zulu. m salvatge” (p. 233).
(42) Consultando al azar el Diccionari diferencial veo una de las más sensatas diferencias: “timonet. m. farigola” (p. 220), “tomello. m. farigola” (p. 221). También yo estuve convencido durante mucho tiempo de que el tipo farigola para 'tomillo' era ajeno al valenciano; pues bien, abro el Vocabulario valenciano-castellano en secciones de J. Martí y Gadea (Valencia 1909) y compruebo con sorpresa esta correspondencia: “Friula=Tomillo” (p. 78). La autoridad de Martí y Gadea no es sospechosa de catalanismo.
(43) Véase el examen que hago de este asunto en Era valencia l' autor del Curial?, “Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura”, LXI, 1985, pp. 83-91.
(44) El léxico catalán en la Romanía, p. 159. - Todavía un ejemplo en la diacronía. Nunca se había señalado en Valencia el adjetivo barroer/barruer 'grosero, chabacano', que en el Principado se documenta sólo desde el siglo XVII. Sin embargo, doy allí con unas disposiciones de 1334 relativas a un hospital en las que s e prescribe: “ítem que jutglars ho persones barrueres no sien acullides en la casa”; véase Agustín Rubio Vela, Pobreza, enfermedad y a sistencia hospitalaria en la Valencia del siglo XIV, Valencia 1984, p. 165.
(45) Algunas muestras en el somero estudio de A. Par, La
desinencia -o del indicatiu present, “Anuari de l'Oficina Romanica
de Lingüística i Literatura”, III, 1930, pp. 169-179.
Mapa lingüístico de la España actual
EL PERFIL LINGUISTICO DE CATALUÑA, VALENCIA Y MALLORCA. I (Germán Colón)
MADRID - 1986
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